La ciudad, el rock y el tributo


Los ritmos y sonidos de una región, un país o una ciudad, son como las venas o los ríos, son corrientes que en su flujo constante ponen en cauce los sueños, aspiraciones y alegrías a través del tiempo. La música debe tener, en su tronco invisible, las vibraciones y melodías que se convierten en el ADN de nuestros pueblos.

No hace falta ir muy lejos para constatar esto, en nuestra sangre, la colombiana, aún vibran los tambores africanos junto a las flautas andinas al ritmo de guitarras españolas; pero iremos un poco lejos esta vez, porque podemos, porque están los caminos y porque hay en la cultura musical estadounidense un registro tan florido que el rock ‘n’ roll recoge de formas que muchos no creerían posibles. Son las venas de la música, los ríos del ritmo, como el Misisipi, ríos que alimentan a las ciudades y sus calles, alimentando a quienes se acercan a su cauce. Así Sonic Highways, el más reciente álbum de estudio de los Foo Fighters recoge los principales afluentes de la música estadounidense en ocho de sus más grandes ciudades a través de ocho excelentes canciones.

Las ciudades de Chicago, Washington D. C., Nashville, Austin, Los Ángeles, Nueva Orleans, Seattle, y Nueva York son el escenario principal del octavo disco grabado en estudio de esta legendaria banda de rock estadounidense que, dicho sea de paso, representa la supervivencia de uno de los fenómenos más grandes en este género después de los Beatles; son sobrevivientes del suicidio de Kurt Cobain y del impacto cultural y mediático de Nirvana. Los Foo Fighters, liderados por Dave Grohl, han demostrado en más de veinte años de existencia que el rock tradicional, hecho con un par de guitarras, bajo, batería, una buena voz y buenas letras, es más que suficiente. Este grupo se propuso escarbar en las raíces de la música popular estadounidense como el blues, el jazz, entre otras expresiones no tan autóctonas como el punk (cuya escena influyó de gran manera en los inicios de Dave Grohl como músico), para encontrar el sonido adecuado que deseaban imprimir a su nuevo proyecto discográfico haciendo que cada tema representara a una ciudad.

Para ello, Grohl se embarcó en un viaje por las ciudades mencionadas arriba buscando a los hombres cuyos nombres han pasado a ser leyendas más o menos desconocidas: Buddy Guy en Chicago, Ian Mackaye en Washington D. C., Dolly Parton en Nashville, Billy Gibbons en Austin, Trombone Shorty y Cyril Neville en Nueva Orleans; todos responsables en alguna medida de la evolución y las fusiones que el rock ‘n’ roll fue experimentando gracias a la escena musical en sus respectivas ciudades. Esta travesía se convirtió en el hermano mellizo del proyecto musical con el documental homónimo producido por la cadena HBO, que en ocho capítulos nos lleva a conocer no solo a cada uno de estos músicos a través de extensas entrevistas, sino que nos hace testigos de la raíz musical de cada una de las canciones de Sonic Highways y de su proceso creativo en estudio.

Dije que los sonidos son ríos y venas, pero este tipo de proyectos nos demuestran que también son calles y avenidas por las que las venas de la música también van de un lugar a otro dejando estelas de luces amarillas y rojas en el camino, adornando edificios de cristal y atardeceres cobrizos. Esa es la imagen que deja Sonic Highways pista tras pista; o debería decir autopista tras autopista.


*Publicado originalmente en la Comunidad de Escritores y Lectores de BibloRed.
Imagen tomada de Wikipedia.org

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