Mi rey


Ver a través de lo que viven otras relaciones de pareja es como ver a través de un caleidoscopio: las imágenes cambian, es un juego de espejos que nos refleja todo y nada la vez. Por eso los problemas o las situaciones límite de una pareja son tan fáciles y al mismo tiempo tan difíciles de juzgar. Todos sabemos lo que está bien pero al mismo tiempo no tenemos la más remota idea.

Una sociedad en la que cada vez se alzan más voces en contra del maltrato hacia la mujer y los feminicidios, resulta fácil juzgar las decisiones de las mujeres cuando se ven enfrentadas a algún tipo de sometimiento por parte de un hombre, más aún si se trata de una pareja casada, mucho más si es una pareja con hijos. La mujer parece cargar con todo el peso de las miradas y las preguntas, en ella se van canalizando como en un embudo los múltiples porqués y las presiones por hacer algo al respecto; y es que es abrumadoramente común la cantidad de casos de abuso, maltrato, engaño, acoso, abandono, entre otra multiplicidad de formas de violencia contra la mujer en las que al poco tiempo de ocurridos los hechos, a veces por cuarta o quinta vez, la pareja se «reconcilia» y siguen juntos en una tregua que no hay manera de calcular cuánto pueda llegar a durar, lo único certero es que no debería ser para siempre.

¿Por qué hay mujeres incapaces de salir de una relación tormentosa y peligrosa? No soy quién para responder esa pregunta, pero la película Mon roi (2016) aporta un escenario que, si bien tampoco da una respuesta puntual a esa pregunta, abre la posibilidad de construir numerosas interpretaciones en torno a este tema que rara vez son tomadas en consideración.

Marie-Antoinette Jézéquel, a quien todos llaman Tony (Emmanuelle Bercot), es posiblemente el retrato más fiel e inusual que se haya hecho de una mujer que vive una situación como la descrita hace un momento. Conoce a Giorgio Milevski (Vincent Cassel) por segunda vez, forzando completamente la situación, en un sitio nocturno de París, de ahí en adelante somos testigos de los bien sabidos «auge y caída» de toda relación sentimental. Pero hay algo distinto, alrededor del engaño, el abandono sistemático, el desinterés, el maltrato, las amenazas y la manipulación progresiva que ejerce Giorgio sobre Tony, hay un telar de fondo, como una marca de agua, que hace sostenible lo insostenible. ¿Y qué es lo que parece insostenible en estos casos? ¿La permanencia como pareja? No, ese eslabón es fácil de romper: la construcción de distancias físicas, la búsqueda de medidas drásticas que alejen al uno del otro ante tanto daño inminente, eso lo logra Tony sin mayores dificultades. Lo que parece insostenible en estos casos es la presencia permanente, totalmente irreductible, de una atracción y una admiración sin medidas por esa persona que hace al otro la vida imposible. ¿Cómo entender algo así?

Tal vez nunca podamos tener certeza o entender a fondo algo así, pero Mon roi nos invita a hacer una imparcial reflexión al respecto. ¿Cómo podemos juzgar los sentimientos de una mujer que no es dueña de sí misma cuando ama?, ¿cómo podemos negar a una mujer lo que ella misma es incapaz de negarse sin importar cuánto daño esto le haga?, ¿cómo pedirle lo mismo a un hombre?, pero sobre todo, ¿cómo entender que muchas veces una mujer no es una idiota ni una ingenua o, mucho menos, una masoquista por seguir amando a un hombre que la hace infeliz?

Es este un asunto tan polémico que muchas mujeres dirán indignadas que sólo la mirada de un hombre es capaz de aprobar esta clase de entrega abnegada por un hombre, que eso es lo que buscamos siempre, el sometimiento del sexo opuesto porque nos creemos con ese derecho. Pero es la francesa Maïwenn Le Besco quien ha escrito y dirigido la película, de modo que todo lo que presenciamos en esa historia entre Tony y Giorgio ha sido elaborado y pensado por una mente femenina, lo que en cierto modo añade un cúmulo de diversas significaciones que permiten valorar la película como una verdad ante una posibilidad que la sociedad ha venido negando sucesivamente cuando se juzga a las mujeres en relaciones de pareja tormentosas.

Tony padece esta relación de tantas formas que llega a un punto en que se ve obligada a aprender a caminar de nuevo, literalmente, y es allí donde todo inicia, donde todo cobra un sentido y donde mejor entendemos que sus determinaciones no tienen nada que ver con sus impulsos y con sus deseos, que todos son superiores a ella misma.

Parece difícil entender, resulta más sencillo aceptar que es posible, que estas cosas suceden y que no somos quién para juzgarlo o para impedirlo; a veces los bajos fondos del amor mantienen una compuerta abierta y reservada para unos cuantos pocos. Todo hace parte de la compleja naturaleza humana, de esto que nos hace lo que somos en el bien y en el mal, así optemos con cada vez más frecuencia por la comodidad del otro, del espectador, de la mirada que nos juzga.

Nos parece tan incomprensible que una mujer sea capaz de admirar al hombre que la hace infeliz que en Latinoamérica el título de la película fue traducido como Mi amor cuando el título original no necesita interpretaciones, es Mi reyMy king, tradujeron en Estados Unidos—, título que eleva el mensaje del argumento de formas insospechadas pero que al encasillarlo en el archiconocido «mi amor» se está enviando un mensaje totalmente equivocado al público sobre lo que se le quiere mostrar con esa historia de amor.

En suma, se trata de una excelente película con actuaciones impecables y con un mensaje que rompe con muchos prejuicios, incluso hasta llegar al punto de provocar una indignación real y progresiva. Y aunque puedo seguir dando razón tras razón para ver esta película, será Tony quien les dé los mejores argumentos; por ello deben ir a verla y hacer un esfuerzo por entenderla, a ella, a la abnegada Tony, mientras les cuenta su historia tomándolos de la mano.


Imagen editada y tomada de: ilovethatfilm.blogspot.com.co

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