Cuando las palabras caen frente al espejo


«Cualquier cosa es buen material para la poesía. 
Cualquier cosa. Lo he dicho una y otra vez.»
William Carlos Williams. Paterson, Libro Quinto.

Cuando una película es capaz de representar más que una sola cosa se sabe que se está ante una lucha por la trascendencia, y eso es Paterson: una ciudad de Nueva Jersey, un poema dividido en cinco libros y un conductor de bus. Curiosamente, cada uno de estos distintos Paterson son uno solo en la película de Jim Jarmusch, ramas de un mismo tronco, dedos de una misma mano, versos del mismo poema, días de una misma semana.

Y es que nada explica o caracteriza mejor esta película, estrenada en el 2016, que el sentido de unidad. No hay elementos que no converjan hacia el mismo punto que los otros, como las aguas de las cataratas del río Passaic, o los días que se suceden unos tras otros y que son la única prueba de la continuidad de la vida, así no haya nada por lo que valga vivir. En Paterson, Jim Jarmusch resalta de una forma ultraconsciente los elementos que configuran el significado de la historia de su protagonista, de Paterson (Adam Driver), quien es al mismo tiempo un conductor de bus y su propia ciudad, ciudad que recorre a diario transportando personas e historias de un punto a otro, historias que en el reflejo de los espejos, de las ventanas y de los tubos metálicos del bus, vamos descifrando mientras las sombras en las calles se estiran con el paso del sol y las manecillas del reloj se aceleran para acabar con el día. En Paterson, el hombre y la ciudad, sus habitantes, sus pasajeros y sus pequeñas historias, son una sola cosa.

Paterson escribe poemas, hay tres momentos del día a los que les dedica unos minutos de escritura: frente al volante del bus justo antes de empezar su recorrido por los reflejos de la ciudad; sentado en una banca frente a las aguas del río Passaic, que caen como si fueran el reflejo de todas las palabras que busca para escribir su poema; y, por último, en su casa, en el sótano, con una serie de libros al frente y un espejo a su lado derecho, un espejo que nos muestra al hermano gemelo de Paterson, ese que se sienta cada noche a terminar un poema que rumió durante todo el día y que por fin tiene punto final.


Porque es verdad que el que escribe siempre es otro, la idea del desdoblamiento en la escritura no es nada nuevo y son muchos los escritores que han dedicado algunas palabras sabias al respecto. Basta mencionar a Borges, un experto en otredades, quien en sus poemas y cuentos dejó muy clara esa idea de que el arte es ese que nos ve desde el espejo, ese río que no deja de fluir con el paso del tiempo; o a Paul Auster, quien en toda su obra deja claro que también es consciente de la innegable separación entre el hombre y el escritor, y que en una entrevista dijo: «el ser que vive en el mundo —aquel cuyo nombre aparece en las cubiertas [del libro]— no es el mismo que escribe el libro». De allí esa presencia constante de los gemelos durante toda la película, las niñas en el bus, las niñas que cruzan la calle con su madre, los hermanos jugando billar en el bar, los obreros, la niña poeta y su hermana, la mujer de la película Island of lost souls, que es la gemela de Laura (Golshifteh Farahani), y el Paterson ante el reflejo de los vidrios del bus, el del reflejo del río y las cataratas, el del espejo cada noche en el sótano, ese que escribe. De alguna manera todos tenemos ese otro que nos espera, que nos habla y que a veces habla por nosotros cuando más lo necesitamos.

Todos tenemos algo que decir y a veces el otro es ese espejo, el amigo, el que nos escucha como si fuéramos nosotros mismos porque nos entiende, así son quienes hablan en el bus mientras Paterson los escucha, no son hermanos gemelos pero son voces gemelas, los niños que hablan de sus disfraces de sombras, los hombres intercambiando sus sutiles fantasías sobre mujeres, los estudiantes que añoran a los personajes enigmáticos de su ciudad. Jim Jarmusch nos hace ver que ellos también son gemelos a través de lo que cuentan y lo refuerza con primeros planos de sus pies, pies gemelos, pies que parecen estar puestos frente a un espejo.

Lo más interesante no son estas sutilezas que Jarmusch va ubicando como pequeñas migajas a lo largo de toda la película, sino cómo Paterson, el conductor de bus, no es ajeno a nada de eso, él lo escucha y lo ve todo, él va al bar cada noche a ser testigo de la vida de los otros; incluso la vida y sueños de su pareja, Laura, parece escucharlos desde afuera, como si no tuviera mucho que ver con él. Y todo eso que ve, que oye, va a dar a su cuaderno de notas pero nunca de forma explícita, no es una reproducción de las vidas de esas personas, no, los poemas son eso que Paterson vio a través del espejo, eso que escribe es apenas el reflejo o la distorsión interna de las cosas que escuchó durante el día y la noche. Y es que eso es lo que hace un poeta: escribir lo que ve desde el retrovisor de la vida, de las voces, de las palabras y de los sentimientos.

Pero las palabras muchas veces no son más que eso y parecen escritas sobre el agua, en cualquier momento se van, o, si se quedan, pronto empiezan a significar algo muy distinto a lo que pretendían. Paterson lo sabe, tal vez por eso oculta a ese Paterson que escribe, tal vez por eso lo niega y dice que es un simple conductor de bus. Pero hay cosas que no se pueden tapar con un dedo, la presencia de la poesía es una de ellas, y para la poesía «a veces, una hoja en blanco presenta más posibilidades», hasta una hoja en blanco es buen material para la poesía, como bien se lo hace ver, frente a las cataratas del Passaic, el japonés que llega a Paterson, al hombre y a la ciudad, tras los pasos de William Carlos Williams.

La escritura y la poesía son probablemente dos de los mayores misterios de todos los tiempos, su naturaleza, su origen, su trascendencia, esas miles de personas que escriben y leen son la cosa más rara de este mundo y siempre lo han sido. Paterson es una película que ata cabos hacia estas rarezas que, como los gemelos, nos sigue asombrando que existan y que caminen entre nosotros aún en estos tiempos.

Imágenes: fotogramas de la película Paterson, 2016.

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